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Según Françoise Barthélemy «autoportrait» pasa a ser en occidente un subgénero en el siglo XIV. El término autorretrato y el sustantivo derivado auto-representación, son consecuencias de la importancia del retrato en la historia del arte. La apariencia humana ha sido siempre objeto de estudio en el arte. En un retrato, el rostro es instancia única y singular a la que el artista intenta dar vida en cualquier técnica plástica. El retrato como género artístico por esencia tiene una significación múltiple, ya que tanto su propia noción, como su función, ha evolucionado según los tiempos, estilos y civilizaciones. El retrato se convierte en autorretrato, cuando el creador decide ser su propio objeto de estudio.  Así Roger Garaudy, afirma: «Es el ejercicio por medio del cual el creador se representa con una exigencia máxima de verosimilitud ya que introduce sus sentimientos más íntimos». Sin embargo, esta es una visión muy contemporánea del autorretrato que puede cuestionarse.

Es a finales del Renacimiento, que adquiere un vigor particular al surgir nuevas preocupaciones humanistas, siendo la primera vez que se le asocia con la imagen reflexiva de manifestar la conciencia de una singularidad. En este nuevo contexto de renovaciones y rupturas, el humanismo establece una nueva fascinación por el ser, centro de las preocupaciones filosóficas. Progresivamente el artista se incluye en las creaciones de modo discreto para que su trabajo vil y mecánico de creador se oriente hacia un ejercicio visionario. Surge así la aparición de un nuevo tipo de autorretrato llamado «in assistenza» con los pintores italianos Vasari y Giotto.

La auto-representación moderna evoluciona en el siglo XX como una confesión que desvela cosas íntimas del creador, su posición social, sus ideales y las relaciones entre el creador y lo creado. Los fotógrafos durante el siglo XX encontrarían que la cámara como medio de expresión era un fenómeno mucho más complejo que un nuevo tipo de “pincel”; se convertía en un fino bisturí capaz de incidir, como ninguna otra herramienta, en el interior del artista.

Una de las partes centrales y determinantes del autorretrato se concentra en la mirada; no solo se expone, sino que incluye el punto de vista o la pregunta de: ¿Quién es el narrador en la pieza?. El artista en este momento, es el único testigo omnisciente de lo que está ocurriendo en la escena. Entonces, la mirada, pasa a ser el primer elemento que funciona como intermediario, es decir, pasa a ser el mediador entre el objeto de arte y el espectador.
En la auto-representación, el creador no sólo se interroga sobre su identidad, sino también, sobre la esencia de su obra y sus límites de libertad para crear. Por medio de sus piezas, transforma la propia visión de sí mismo, del mundo exterior y de su propia creación.  El interés evoluciona hacia la preocupación más conceptual del acto y del proceso de creación. La obra, no importa en tanto que objeto, sino como acto. Las relaciones entre artista y «modelo» se modifican. El artista puede liberarse de su imaginación; porque ahora no tiene obligaciones artísticas, plásticas ni morales.

Es a partir de este momento que se puede hablar de auto-representación. La ficción está presente y se otorgan transgresiones con respecto a la realidad del sujeto. En esta etapa, el autor se apropia del tema para transfigurarlo y sobre todo, para liberarse de él. No hay reglas, el mundo, los temas y los «modelos» se someten a sus exigencias artísticas. Para Joëlle Moulin, el autorretrato en el siglo XX es la identificación suprema del artista con su arte, reflejo a la vez de sus aspiraciones personales y estéticas. El resultado de este profundo e ilimitado estudio es la representación trastornada del hombre. Además de reproducir la identidad del» modelo», el artista ilustra su propia actitud ante el mundo exterior y el arte. La inserción del artista en la sociedad en la que crea toma importancia. Es decir, las relaciones con las otras formas de arte, con el público y con los media; conduce al artista a tener una mirada más social no sólo orientada hacia propia su obra.
La tercera dimensión del autorretrato moderno, consiste en la metamorfosis; o mejor dicho, el reflejo en el arte de la nueva visión en permanente evolución. Por metamorfosis se entiende el conjunto de transformaciones morfológicas que el artista experimenta en la figura humana, y en su propio rostro en el caso de la auto-representación. En muchas de estas producciones artísticas contemporáneas, el artista  crea cierta confusión entre el referente, el tema, el objeto de arte y el «modelo».

Lista de artistas que utilizaron el autorretrato como evolución artística:

  • La Condesa de Castiglione jugueteó con el sub-género de la mascarada en el autorretrato, fue precursora de la fotografía como directora y orquestadora, más que como operadora de una cámara. La teatralidad de sus fotografías anticipa el performance postmoderno…
  • Claude Cahun, auto-exploración psicológica, pero que sobre todo indagó en su identidad a partir de sus ambivalentes preferencias sexuales. Su imagen andrógina plasmada en foto-montajes y autorretratos estaba complementada con su trabajo en el teatro.
  • Lee Friedlander, mezcla de fotógrafo de calle, documentador social y narcisista.
  • Cindy Sherman, «Ce portrait, c’est moi mais ce n’est pas tout à fait moi». Encarna a los diferentes clichés femeninos estadounidenses. Piedra angular de la exploración fotográfica posmoderna de la identidad
  • Gillian Wearing análisis sobre hasta qué punto las máscaras muestran la verdad y la influencia de la familia en la conformación de la identidad.
  • Nikki S. Lee,  cuestiona la identidad respecto de la pertenencia a un grupo y la conformación del ser a partir de los otros, en particular de la pareja.
  • Tomoko Sawada, observación acerca de la multiplicidad de la personalidad y las relaciones entre la individualidad y el uniforme o las instituciones.
  • Kimiko Yoshida, de-construcción de la personalidad mediante sus “rituales de desaparición” donde no solamente cuestiona la identidad, sino que comienza a explorar nuevas fronteras sobre nuestra relación con las máscaras y el ocultamiento-revelación de la persona.

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